1 de septiembre de 2009

Se acabaron las vacaciones…





Durante 30 días he estado mezclada con cientos de personas de todas clases, he conocido gente que siempre han estado ahí y ni siquiera sabía quienes eran, he vivido con personas de otra cultura que desde hace poco tiempo comparten ahora sus vidas con esas otras gentes del pueblo. He podido ver durante 30 días el atardecer, un espectáculo maravilloso en el que cada día era postal diferente. He hecho algunas fotos de esos momentos irrepetibles, esos momentos que se quedan gravados en tu memoria. Son como las fotos, se han quedado conmigo para siempre. Aunque cada día eran diferente, cada día me he sorprendido de lo bello que es todo lo que tenemos cerca, todo eso que no tenemos que pagar, eso que nos han regalado y que pocas veces tenemos la oportunidad de observar y vivir.

Una de las cosas que más me gustan es observar el cielo, las nubes, los atardeceres que parecen cuadros pintados por dioses, maravillas entrecruzadas de nubes, sol, montañas, colores. Cada día alrededor de las ocho y hasta las nueve de la tarde me apoyaba en la baranda de piedra que hay en la piscina, desde allí se puede observar ese maravilloso paisaje de parte de la Sierra de Albarracin, se pueden observar en días claros los pueblos de alrededor y esa llanura inmensa que forma parte de los pueblos de La Almolda, Bujaraloz, Candasnos, Peñalba, Castejón de Monegros…Acompañados a su alrededor de campos color sol y verde pistacho. Depende de la época puedes observar varios colores, olores, sentimientos. Cada tarde intentaba distraerme un momento para poder observar ese momento en que el sol nos dice adiós, se retira sigiloso, despacio para dejar pasar a esa luna que a mi personalmente me parece mucho más grande, más brillante que cuando la observo desde Barcelona.





En las noches de agosto es verdaderamente impresionante observar una noche de estrellas, a veces parece como un manto blanco, miles y miles de estrellas parpadean con su luz para recordarte que existen, que son algo bello y que tenemos que cuidar la naturaleza, la tierra y el cielo para poder dejar ese legado tan valioso que algunas personas no le dan el verdadero valor, la apreciación suficiente porque creen que durara siempre.

Se han acabado las vacaciones, pero lo que más me hace sentir triste es que hasta el año que viene mis ojos no serán testigos de esos maravillosos atardeceres, de sentir el cierzo estos días suave y con una pizca de calor por las noches, mirar el embalse donde algunos patos han echo su hogar entre cañas, vegetación salvaje y árboles que tardaran años y años en ser adultos, pero que plantaron con toda la ilusión porque la zona estaba desierta. Este paisaje, esos atardeceres solo se observan desde el camino a Santa Quitería, llamado así porque su final es la loma de una montaña escarpada en la que pone su corona la Ermita de Santa Quitería.

He sentido tantas emociones, he visto tanta belleza, he sentido a la gente, he vivido momentos inolvidables con mi familia, con mi hijo y mis sobrinos. Y aunque este año no he disfrutado como hubiera querido con mi madre, la he tenido presente en cada minuto. Yo he estado en la piscina y ella en el pueblo. Estábamos en el mismo sitio, pero no nos hemos visto mucho. Cuando nos levantabamos almorzábamos juntas, y alguna tarde me iba a casa a cambiarme y ducharme y estaba un rato con ella, no mucho, pero creo que ella comprende lo que siento por estar todo el tiempo que pueda con mi hijo. Durante el año practicamente nos vemos 4 o 5 veces, y eso para mi es un sufrimiento interior. Se que está bien, que vive su vida y que es feliz, y eso es lo más importante para mi.

Con este pequeño relato he querido expresar lo que he sentido estando de vacaciones, esos momentos de los cuales me ha quedado lo mejor, he bailado, he jugado con mi sobrino Iván, he sido la confesora de secretos de adolescencias de mi sobrina Iguazel, y he compartido momentos con Lizer mi sobrino….todo eso es lo mejor del verano para mi.

Espero que los que como yo hayáis empezado a trabajar, no dejéis que os invada la tristeza, la depre postvacacional, sino todo lo contrario, que ahora recordéis todo eso que habéis pasado, los buenos momentos que nunca se olvidan.

Marian

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