3 de marzo de 2009

Nisago (relato erótico)

Primera parte…. II

Habian quedado por primera vez en conocerse, desde hacía casi seis meses habían estado escribiendose, chateando por estos lares de internet. Se conocian por fotografías, pero fisicamente no habían tenido la oportunidad. Algo había sucedido desde ese mes de julio en el que una llamada para comunicarle que había sido premiada con el segundo premio de poesía por internet, cambio sus destinos. Nadie nunca programa nada, dicen que el destino es el mejor cupido para muchas relaciones, encuentros, amistades. En este caso, fue seguramente cupido quien intervino o el destino que tenemos marcado.

Aquel día del mes de febrero, despúes de un vertiginoso viaje y de un estuadiado plan, habían quedado en encontrarse. Durante esos meses la pasión se convirtio en algo necesario, anhelado diariamente, cada día había una especie de necesidad fisica y psiquica de escribirse, de decirse todo aquello que sentían, se estaba forjando algo de lo que no podrían desprenderse, un sentimiento más allá de todo lo que hasta ahora habían tenido y de lo que uno nunca cree o piensa y espera tener en la vida.

El, la fua a buscar a la estación de autobuses, cuando este entro en la estación a Gela se le hizó un nudo en la garganta, no podía ni tan solo gesticular, estaba demasiado nerviosa. Mirando de reojo por la ventanilla para ver si lo veía, de pronto ahí estaba, alto, con su pelo largo color plata y unos rizos que hacían de él un hombre muy interesante. Ella se ruborizó, le saludo con la mano y intentó no tropezar a medida que recorría el pasillo del autocar hasta la puerta de salida.

Fue entonces cuando toda la fuerza, todo el sentimiento reprimido estalló, al pie de la escalerilla estaba él con los brazos abiertos esperando que Gela saltara en sus brazos. Cuando la tubo entre ellos, se abrazarón como si se conocieran de toda la vida, empezaron a besarse, a tocarse las caras, a Gela el corazón le estallaba y su cara palida se había transformado en un rostro color frambuesa con un fuego interior que no la dejaba respirar.

Nisago, no la dejaba de besar y ella seguia abrazada a él sin soltarlo, como si una fuerza inexplicable la hubiera fundido con su cuerpo. No sabía que decir, pero se sentía bien, se sentía querida, amada…

Para romper el hielo Nisago le pregunto si quería ir a tomar algo, ella asintió con la cabeza sin poder pronunciar palabra, porque realmente necesitaba tomar algo.

Aquel encuentro le prudujo la misma sensación, los mismos sentimientos que cuando tenía 17 años, aquel primer amor, aquel tembleque de cuerpo, lo quería, lo amaba hacía tiempo, pero era algo que no estaba en sus manos. Era más guapo de lo que creía, y muy atento, eso es lo que le atrajo, la amabilidad, esa paz interior, esa forma de cogerle las manos, esa sensibilidad que desde hacía muchos años nadie le había regalado.

Llegarón a su casa, solo estaría dos días, pero los suficientes para aprovechar todos esos minutos que deseaba estar con él. Dejó la bolsa en el suelo y se acerco a él, le rodeo sus mejillas entre sus dos manos, y se las acerco a su boca, despacio y suavemente junto sus labios con los suyos, empezandosé a besar poco a poco, simple roce de los labios, pequeños toques de piel rosada y humeda que provocaba que poco a poco se fuera encendiendo ese fuego interior que durante años nadie había provocado, ni apagado.

Estubieron varios minutos, solo besandosé y acariciandosé, sin saber como, se fueron arrastrando hasta la habitación y allí a la cama. Se fueron desnudando mutuamente, pasusadamente, delicadamente, juntandosé sus torsos, rozando ella con su pequeño pecho el de Nisago. Nisago notaba en su pecho el roce de esos pezones grandes y duros que poco a poco iban recorriendo su piel. No paraban de besarse, como el vaiven de las olas que necesitan el mar, bailaban en ese juego del amor descontrolado, ella iba recorriendo su cuerpo con sus pequeñas manos, hasta llegar a su parte más viril, lo rozaba suavemente con la punta de los dedos, y como un pañuelo de seda resbala suavemente por la piel sus dedos que los iban conduciendo hasta ponerlos en las puertas del eden, ese lugar humedo y oscuro que se desacía por saborear las mieses del placer. Cuando iba entrando, los gemidos de Gela hacían estremecer de placer a Nisago, que abrazandola ahora con fuerza, debido a la exitación provocaban en é l un descontrol, un extasis perdiendo así el varemo del tiempo y del lugar.

Seguían los dos en un mismo cuerpo unidos sin querer desprenderse ninguno de los dos de esa unión, resbalaban ahora gotas de sudor por su cuerpo, temblaban las manos de Nisago y a Gela le delataba una lagrima resbalando por su fina mejilla.

Gela i salio de él lamiendole cada centimetro de su cuerpo llego hasta su buscado y aptecible jueguete, metiendoselo en la boca con suavidad, lo succionaba apretando sus petalos rosados y con las manos que mondeaban de arriba abajo dibujando un lienzo de pasión. Cada vez más deprisa y con más fuerza ella daba forma a ese placer hasta que ya no pudo más y de un brusco salto volvio a introducir en su paraiso el miembro de Nisago y empezaron el baile cada vez más sensual, romanrico y deseoso, cada vez con más locura, como el arranque de ese tren que se pone en marcha y coje carrera, ese que cada metro coge más velocidad…..ese traqueteo, de arriba abajo, que te llega al un ritmo único de dos cuerpos impacientes, dos cuerpos sedientos, a ese momento…más…..exausto y estallas en un grito y en un morirte extenuación hasta quedar desmayados.

En ese momento se quedarón los dos extenuados, sin aliento, ni aire, estirados sobre las blancas sabanas.El placer había provocado una tensión muscular y un fuerte dolor en todo su cuerpo, pero lo que había pasado en ese momento era algo que jamás habían sentido con tanta fuerza con tanto deseo y placer. Entonces Nisago le susurró en el oido “Te quiero……”. Aquello sonó como un golpe de viento en una tarde de absoluta calma…..

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