12 de junio de 2009

Confidencias íntimas

Parece irónico que cuando no tienes algo lo desees tanto y que cuando llega o lo tienes no sepas que hacer. Eso es lo que me está sucediendo en estos momentos. Ahora que podría hacer tantas cosas, no hago nada. Desde hace una semana que estoy viviendo sola, bueno sola no, en un piso compartido y durante la semana no me doy cuenta porque practicamente todo el día se me va en el trabajo, que me encanta. Al legar las 19,30 horas, hora de salida, me pregunto cada día ¿y ahora que hago?….cada día lo mismo. Se me hace extraño el no tener a nadie, me pongo a pensar en que realmente ese dicho de que no tenemos amigos, es cierto. Ahora no tengo un portátil para poder comunicarme con mis amigos blogueros o mis amigos de Internet, que creo que son los únicos que tengo. La familia bien, pero cada uno tiene su vida, sus trabajos y familias, y normalmente no están para que cada día estén llamando para ver como estas.
Muchos critican la tendencia de muchas personas a meterse en Internet, relacionarse con personas que están al otro lado del mundo, personas anónimas, personas que no sabes como ni de donde son. Algunas ocultan su identidad, no se si por miedo a algo, o simplemente porque no quieren difundir sus datos en la red. Pero, por mi experiencia creo que para algunas de nosotras, yo me incluyo entre este gran grupo de personas, es una forma limpia, sincera, de poder estar acompañado de alguien, de poder explicar que te ocurre, de reírte un rato, de contar tus penas y tus alegrías y sobre todo tener la sensación de “no estar solo”.
Para mi, es una terapia poder contar con mi blog, con mis paginas literarias y otras en las que estoy conociendo a personas que en la misma situación que yo han encontrado una forma de comunicación que sin las redes no sería posible.
Así que doy gracias a esas personas que inventaron esta forma de comunicación, porque gracias a ella muchos no se sienten solos, tienen hobbies, hacen amigos, se relacionan virtualmente o en persona.
Decía esto porque las personas pasamos por etapas o épocas que no nos podíamos imaginar, superamos sucesos, experiencias, nos metemos en lugares de los cuales en muchas ocasiones no sabemos por donde salir, estamos inmensos en un mundo ciego, en un estado catatónico del que sin ayuda, amigos, creo que legaríamos a desintegrarnos. Yo ahora pienso que he vivido 20 años como en una burbuja, un lugar donde todo era previsible, un estado de rutina que no me dejaba ver que hay otros mundos, hay otras sensaciones, otras vivencias, otras formas de ser o vivir y ahora se me viene encima todo. A veces digo que es como si me hubiera dejado en medio de un bosque y hubiera perdido totalmente el sentido de la orientación, no supiera por donde tengo que ir, dónde esta la salida. Tan solo miró hacía arriba y veo entre las copas de los árboles los rayos imperiosos, la luz cegadora de un sol radiante que espera que salga para poder darme ese calor y luz que necesito.
Empezar una nueva vida no es fácil, creemos que nos comemos el mundo, y lo único que hacemos es intentar conseguir los alimentos para no morir de hambruna. Pensamos cuando lo tenemos todo, pero no lo vemos, que la vida es algo que se puede vivir alegremente, pero cuando consigues eso que te parecía lo mejor, entonces te encuentras con ese gran muro, que te mira, observa cada día, y que te recuerda que no todo es lo que parece, no basta con querer algo pensando que es lo mejor, hay que saber elegir, y cuando lo haces, tienes que saber apreciar en cada momento lo que haces, lo que sientes, vives…..y sobre todo intentar conseguir ese pico, para destruir ese muro que cada día nos recuerda que no todo es lo mejor, que no todo es bueno o malo. Hay que saber equilibrar, hay que saber valorarlo todo.
Yo estoy en el camino, estoy en ese ruta que me llevará a el lugar donde está ese pico para poder destruir ese muro que ahora tengo delante de mi, y que aunque no es muy alto, no me deja ver con claridad lo que hay al otro lado. Voy caminando poco a poco, sin prisa, que las prisas son malas, voy recorriendo cada día el sendero de mi vida observando todo lo que a mi alrededor me regala la vida. Y sobre todo, voy alimentando mi espiritu, mi alma, esa que estaba dejando sola y olvidada, pero que ahora cuido inmensamente porque sin ella no sería nada.

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